La puesta de Sol es la piedra angular del patrimonio natural del Camino a Compostela, ese decisivo itinerario que vertebró la cultura europea en el último milenio. Miles de peregrinos, en cualquier momento del año, viven ese momento cargado de magia en diferentes emplazamientos de la ruta jacobea. Incontables visitantes presos de la misma fascinación que desde tiempos ancestrales continuaron hasta Fisterra para contemplar tan grandioso espectáculo.
Son abundantes los ritos y leyendas paganas sobre el Ara Solis, santuario de culto al sol, altar después cristianizado, donde hoy se emplaza la ermita de San Guillerme. Para algunos historiadores, la ruta de peregrinación cara el punto de observación final, el del último sol, podría ser el germen del medieval Camino de Santiago.
Mismo hoy en día muchos de los peregrinos que llegan a Santiago continúan camino hasta el cabo Fisterra, completando el tránsito místico. La misma fascinación que a lo largo de los milenios convocó a tantas personas para asistir al trascendente espectáculo de un atardecer cargado de simbolismo.