«A Costa da Morte» es conocida normalmente como lugar donde viven marineros intrépidos, de profundas y ancestrales tradiciones y llena de supersticiones y leyendas, transmitidas de padres a hijos en las largas noches de invierno, cuando los temporales impiden la los barcos salir a faenar y en las que la Muerte es la protagonista, debido entre otras teorías a la bravura del mar en estas costas. Un mar que no tiene piedad ni con barcos ni con hombres, haciendo del fondo del mar un cementerio azul para cientos de marinos.
Las leyendas hablan de que al ser esta tierra el Fin del Mundo, ahí estaba la frontera con la Muerte, ya que en la antigüedad existía la creencia de que la tierra era plana y Fisterra era considerado el extremo más occidental del continente europeo, es decir, el punto de Europa más cercano al fin del mundo.
También hablaban de que aquí, en Finis terrae, acababa el Camino de las Estrellas, hoy Camino de Santiago, por donde antiguos caminantes celtas, llegaban de toda Europa al lugar donde el Sol moría cada día para renacer una nueva vida de Luz, de ahí el nombre de «Costa da Morte».
Fisterra también se ha asociado con el Ara Solis. Cuenta la tradición que los romanos encontraron en el lugar un altar al sol (Ara Solis) construido ahí por los fenicios y que el Apóstol Santiago mandaría destruir poco después.
También en este monte Facho se encuentran As Pedras Santas, dos grandes y casi redondas piedras a las que se les atribuye determinados dones, como el de la fertilidad. Cuenta la leyenda que la Virgen María y su hijo Jesús, en el viaje que hicieron a Fisterra, después de dejar la barca de piedra en Muxía, se sentaron a descansar sobre estas piedras, otorgándoles el don de que, a pesar de su peso, cualquier persona con una sola mano podía moverlas. Por otro lado también se dice, que en estas piedras se les apareció la Virgen a unos pastores.